Por qué aunque te de todo, nunca miras a mi dirección? Me aprieta el alma pensar en donde andan tus pensamientos, me sudan las manos cuando me sonríes y me lloran los ojos cuando me doy cuenta que no soy nada para ti.
Poco a poco se derrumba todo en mi frágil mente, me cuestiono tantas cosas, que es lo que siempre hago mal, porque nunca soy la primera; la segunda opción soy.
La garganta se me aprieta más, mi mente ya está cansada de imaginarse paisajes contigo, mis dedos están cansados de dedicarte textos, porque siento que al fin y al cabo, no lo mereces, no mereces mis pensamientos, mis risas y mis dolores.
Y aún así, sufriendo y todo, te quiero el día de hoy a mi lado.
Me caes muy mal, y me encantas. Irónico.